1918, la gripe española en Montilla

Hospital militar en Kansas (EE.UU.) para tratar a los enfermos por la «spanish influenza». Imagen del National Museum of Health and Medicine de Silver Spring (Marylan, EE.UU.)

 

Hace poco más de un siglo, la gripe más devastadora que se ha conocido hasta el momento pervivió en la memoria colectiva como “gripe española”, aunque sus orígenes estaban más allá de nuestras fronteras. Como algunos de los movimientos que hemos presenciado desde el mes de diciembre de 2020, momento inicial de la actual pandemia, en 1918 también se minimizó inicialmente el impacto previsto de la epidemia, restándole una capacidad mortífera que pocos meses después se vio como un movimiento equivocado. Aunque, como ahora, a posteriori se ve todo desde una (in)cómoda perspectiva.

Con fuentes que mencionan estadísticas dispares, se estima que el total de fallecidos alcanzó en todo el Mundo una cifra de entre 25 y 50 millones. Parece más fiable y unánime el dato que señala unas bajas aproximadas de 200.000 personas en España, aunque la escasa fiabilidad de las estadísticas de la época y las secuelas posteriores a los primeros años hacen de este cálculo una operación compleja y casi imposible. Sí está más que contrastado que, a diferencia de la actual crisis por coronavirus, aquella de 1918 afectó en su letalidad a los sectores más jóvenes de la población, incrementando notablemente su mortalidad entre los menores de 40 años.

Publicidad de Zotal de la época, «remedio» que devino poco eficaz contra la enfermedad en 1918

Con el avance de la enfermedad tras unos primeros meses vacilantes, los representantes políticos gubernamentales comenzaron a dictar bandos para endurecer las medidas frente al virus. Las corridas de toros, por ejemplo, encuadradas dentro de las actividades “prohibidas” por el actual COVID-19, no se suspendían en España con carácter general desde esta epidemia de gripe de 1918. Se suspendieron, por citar un caso, los actos de la Feria del Pilar en Zaragoza.

En Córdoba, la poca rigidez de la población para tomar medidas obliga al gobernador civil a regular diferentes situaciones. Durante varios meses se sucedieron prohibiciones para cobrar nómina al funcionario que no acreditase estar vacunado, así como de contratar a quien no acreditase tal situación. Tampoco podían los no vacunados circular por vía pública.

Pocas referencias se hacen en la prensa de la época sobre la epidemia en Montilla. El periódico “El Socialista”, que prácticamente a diario desde que se tomó consciencia de la grave situación realizaba un parte sobre “Los estragos de la gripe” recogía en su edición de 25 de noviembre de 1918 la alta cifra de defunciones en la localidad por esta causa, con una media de 26 bajas. Quizá lo más grave del asunto es que estas muertes se debían, en gran parte, a la falta de precauciones sanitarias, con una deficiente profilaxis en el quehacer de los montillanos, evidenciando la falta de desinfección en locales donde se habían producido fallecimientos por la enfermedad o la libre circulación de animales por las calles sin control alguno.

Recorte de El Socialista, edición 25-11-18. Fuente: Hemeroteca PSOE (https://www.psoe.es/el-socialista/hemeroteca)

Las principales medidas que se tomaron para intentar frenar el avance de la enfermedad fueron, principalmente, la desinfección y limpieza de lugares, herramientas y ropas, la prohibición de aglomeraciones en espacios cerrados, el cierre de escuelas o el auxilio económico-sanitario de los enfermos sin recursos.

En las sesiones plenarias del Ayuntamiento, además, se plantearon otras medidas higiénicas complementarias, como sacar a los cerdos de la población, usar las escuelas para aislamiento de enfermos o impedir que los alimentos del mercado de abastos se colocaran directamente sobre el suelo. A través de un bando, además, se recomendó a aquellos vecinos que no los tuvieran en sus viviendas la colocación de retretes debidamente impermeabilizados respecto a los pozos, comunes en muchos patios de la época [i].

La historiadora montillana Josefa Polonio Armada [ii] señala esta gripe como causante de un aumento en la mortalidad, a la baja en los años anteriores; situando en tasas superiores al 33 por mil en 1918 y aumentando el año siguiente, provocando la constitución de la Junta de Socorros Mutuos en el seno del Sindicato Católico Agrario. En el Cementerio de la localidad hubo un notable incremento de inhumaciones en el mes de noviembre que obligó incluso al Ayuntamiento a tomar medidas como la creación de nuevas sepulturas.

 

También como en el caso del COVID-19, en 1918 se habló de olas o brotes: el primero, hacia la primavera de aquel fatídico año; el segundo, que fue el que más afectó a Montilla, en otoño de ese mismo año (octubre-noviembre fueron calamitosos en buena parte de la zona); y la última gran oleada gripal producida durante el primer cuarto de 1919. Aunque en Montilla parece que los estragos de la gripe no se extendieron más allá de las Navidades de ese 1918, la enfermedad continuó a nivel mundial durante muchos meses más sembrando el miedo entre una parte de la población, mermada de por sí por unas condiciones mucho menos apacibles que las que disfrutamos en el siglo XXI.

Se estima que se tardó unos dos años en dar por controlada totalmente aquella epidemia gripal del primer cuarto del siglo XX. Algunas secuelas acompañaron por mucho más tiempo a sus habitantes. Y esto, lecciones aprendidas, es lo que tenemos que evitar en la actual crisis que nos afecta y cuya obligación de confinamiento parece llegar a su recta final. ¿Lo conseguiremos?

 

(versión revisada y editada por última vez en enero de 2022)


[i] Para más información del tema, ver De Castro Peña, Inmaculada. «Incidencia de la gripe de 1918-1919 en Montilla», en BIM núm. ; Montilla, 2021.

[ii] Polonio Armada, J. “La Sinapsis del poder en una sociedad pequeña y cerrada. El caso de Montilla (1902-1975)”; Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba, 2016

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