Evolución del servicio de aguas en Montilla (I)

(Para leer la segunda parte de este artículo, pulsar aquí)

 

En julio de 2021 se cumplió el 150º aniversario de la traída de agua a Montilla. Siendo exactos, lo que se conmemoraba era la ejecución del proyecto para suministrar agua potable a la ciudad desde el manantial del Cuadrado. Y es que en Montilla y sus alrededores, tierra rica en el líquido esencial, existen desde mucho antes fuentes y pozas donde la población acudía a abastecerse.

Sin embargo, aquel hito promovido y proyectado por Sánchez Molero entre 1868 y 1871 no escapó a diferentes problemas y polémicas a lo largo de su existencia. El suministro de agua en Montilla ha evolucionado hasta el estado actual, siendo los años 50 del pasado siglo una de las épocas más complicadas para el servicio público. Y es que, como señaló Pepe Cobos hace varias décadas, “entre tantas bondades como Dios derrama sobre Montilla, el problema del agua es quizá el único motivo de grave preocupación”.

 

Sánchez Molero, impulsor del servicio de agua en Montilla

El ingeniero José María Sánchez Molero, militar, acudió en torno a 1864 a Montilla en misión de reconocimiento para estudiar los campos de batalla donde se suponía tuvo lugar una de las contiendas decisivas de la guerra civil romana entre Pompeyo y Julio César. Conocedor del terreno durante su estancia en la ciudad, y con la capacidad técnica suficiente para ello, planteó el diseño de un sistema de bombeo y canalizaciones para elevar el agua del manantial del Cuadrado hasta el casco urbano.

Plano del proyecto de traída de aguas, de Sánchez-Molero. Fuente: Aguas de Montilla

Debemos precisar que nos encontramos en un momento en que no se planteaba el carácter público de los servicios de suministro y abastecimiento de aguas en España, y prueba de ello es que, salvo en el caso de Madrid, la gestión de aguas potables de las ciudades españolas entre 1840 y 1938 se llevó a cabo desde empresas privadas [i]. Esta época embrionaria en los servicios públicos contemporáneos es una fase de construcción de infraestructuras, creación de un sistema de gestión eficiente y de expansión y difusión del servicio.

En Montilla, el proyecto presentado por Sánchez Molero a la Corporación y aprobado por la Diputación de Córdoba como obra de utilidad pública planteaba que el agua del manantial llegaría por gravedad a la “máquina del agua”, elevándose por bombas de vapor hasta la llamada Casa de las Aguas en la calle San Fernando, donde unos depósitos almacenaban cerca de medio millón de litros que se distribuían por la ciudad, hasta casas particulares –escasas, al ser un servicio de pago-, el depósito de la estación de ferrocarril y cuatro fuentes públicas: plaza Mayor (hoy de la Rosa), plazuela del Peso, calle Ancha y Pozo Dulce [ii].

«Una obra de ingeniería al nivel de grandes capitales como Madrid, Barcelona o Sevilla», como señalaba en el ciclo de conferencias realizado por el Ayuntamiento de Montilla para conmemorar la efeméride del 150º aniversario Lorenzo Cuenda, gerente de Aguas de Montilla, empresa que gestiona actualmente el servicio. Y así, el 16 de julio de 1871, en plenas fiestas patronales de la localidad, se inauguran las infraestructuras de la empresa “Servicio de Abastecimiento de Aguas de Montilla”.

En cualquier caso, no fue el de Sánchez Molero el único proyecto de aquella época que se presentó en Montilla referido al abastecimiento de aguas para la población. Así, en sesión extraordinaria de 1 de diciembre de 1869, el Ayuntamiento presidido por Jiménez Castellanos acordaba rechazar un proyecto anterior presentado por Felipe Díaz Llamazares, por ser menos ventajoso para el municipio que el finalmente aceptado de Sánchez Molero.

Una concesión administrativa en favor de este ingeniero regía en estos primeros años el servicio de abastecimiento a fuentes públicas y viviendas particulares. Una concesión prevista inicialmente por un período de 40 años que en 1874 fue ampliada a 99, junto a otras modificaciones del contrato, debido al sobrecoste que tuvo la empresa concesionaria en el trascurso de las obras de ingeniería llevadas a cabo.

Fuente pública instalada en la Plazuela de la Inmaculada, antigua Plazuela del Peso. Autoría desconocida


El consumo de agua a comienzos del siglo XX

En cualquier caso, muchas viviendas a principios del siglo XX aún no disponían de acceso a la red de aguas potables. Gran parte del consumo de las casas montillanas procedía de los propios pozos domésticos o de alguna de las más de 20 fuentes públicas de los caminos circundantes a la población. Este agua era de escasa calidad, insalubre a veces, y generalmente escasa, fuese cual fuese su procedencia.

Después de estar en manos del matrimonio formado por José María Sánchez Molero y Dolores Moreno, el servicio de abastecimiento de aguas pasa a manos de su sobrino Ángel Sisternes, que realiza varios arreglos y mejoras en las instalaciones. A mitad de los años 30, la población de Montilla casi se había duplicado respecto a la de 1871. Aunque también se había cuadriplicado el caudal total suministrado desde El Cuadrado, nuevas necesidades y crecientes consumos de agua en el municipio hacían frecuentes los problemas de suministro.

Se plantea entonces el rescate de la concesión del servicio por parte del Ayuntamiento. Coincidiendo en el tiempo con una etapa intervencionista de reforzamiento municipalista en los servicios públicos (aprox. 1939 – 1970, aunque con raíces en los años 20), fueron varios los factores, sobre los que vamos a entrar a estudio ahora, que ocasionaron la retirada privada del servicio.

Detalle técnico del proyecto presentado en 1947 para mejora y municipalización del servicio de abastecimiento de agua potable en Montilla

 

Municipalización del servicio de aguas y problemas de escasez

Tras varios intentos y vaivenes en el proceso de compra y municipalización del suministro de agua en Montilla, entre 1945 y 1946 se consigue finalmente, previo pago de una indemnización de 607.000 pesetas [iii], adquirir las infraestructuras del servicio a Ángel Gaya Sisternes, quien a su vez había sucedido a Ángel Sisternes. La compraventa se hace definitiva a finales de 1947 y se escritura pocos meses después, disolviéndose Empresa de Aguas, S.L. y pasando el servicio a manos municipales. El 31 de julio de 1948, el Pleno del Ayuntamiento aprueba una Ordenanza reguladora del servicio.

No obstante, el proceso de municipalización se alargó durante muchos años más. Prueba de ello es el acuerdo de la Corporación Municipal de 15 de septiembre de 1961 en el que se recogía “elevar a la Dirección General de Administración Local la Ordenanza y Tarifas con arreglo a las cuales funciona actualmente por si el Centro Directivo estimaba pertinente considerar municipalizado el servicio”. Sorprende un proceso de municipalización tan prolongado en el tiempo -al menos, desde 1947 hasta 1961- durante el cual podemos entender que el servicio se podía encontrar en una especie de limbo o vacío legal.

En cualquier caso y cuestiones jurídico-administrativas aparte, la escasez de agua en las fuentes públicas era evidente en estos primeros años de  municipalización. Para aumentar la producción diaria de agua potable, el consistorio suma el caudal del manantial de Santa María al del Cuadrado. Un proyecto de los ingenieros Ortiz Molina y Font del Riego buscaba la mejora en la eficiencia del servicio de aguas, sin demasiado éxito pese a lo esperanza que despertó el proyecto.

“Después de tres años de ímprobos trabajos, han quedado terminadas y puestas en servicio las nuevas elevadoras de agua de Santa María y El Cuadrado.

Con ello ha sido dado el más formidable paso para lograr un buen abastecimiento de nuestra Ciudad, de tan vital elemento […] [iv]

 

No obstante el optimismo del momento, terminado de ejecutar a principios de 1952, la puesta en servicio de la nueva elevadora de agua de El Cuadrado no dio los resultados esperados; y la de Santa María resultó un manantial fantasma, dejando de suministrar agua al poco de canalizarse. En estos primeros años tras el rescate de la concesión, el Ayuntamiento realizó varias obras más con financiación del Banco de Crédito Local de España.

A comienzos de los años 50 eran evidentes los problemas de abastecimiento de la población –El Cuadrado proporcionaba unos 150 metros cúbicos al día y Santa María 45, frente a los 753 m diarios disponibles según un Informe de 1938- [v]. La edición de Munda de 1 de julio de 1955 recoge un artículo de M. Berral C. que consideraba “lastimoso y vergonzante a la vez, que madres de familia tengan que levantarse a las tres o las cuatro de la mañana, en busca de agua a las fuentes públicas, (muy pocas y mal abastecidas) donde las colas alcanzan proporciones alarmantes […]”

En estas condiciones, el Alcalde que tomó posesión en septiembre de 1954 señalaba en un escrito que esta situación lo había obligado “a no cesar en un sólo momento sus gestiones ni escatimar diligencia en pró de éste problema (sic)”. Nos referimos a Rafael Ruz Requena, al frente de una Corporación Municipal que hizo del agua, junto a la pavimentación de las calles, su seña de identidad urbanística.

 

Las fuentes como solución

Junto a los pozos ubicados en los patios de las casas montillanas o las fuentes instaladas por la empresa suministradora de agua potable, a finales de los años 50 era frecuente que los vecinos de la localidad acudiesen a distintas fuentes del extrarradio a abastecerse de agua. “Algunas tardes íbamos a por agua a la fuente de la Higuera, para este menester también era necesario contar con el indispensable carrillo del tío Pepe, que una vez cargado con seis o siete garrafas había de nuevo que empujar hasta Montilla [vi], nos recuerda José Ramón Lara.

Fuente pública de agua en Pozo Dulce. Autoría desconocida

Otras fuentes recurrentes para la consecución de agua en el campo montillano eran la Fuente Nueva, Santa María o la propia fuente del Cuadrado. No en vano, las fuentes rurales como punto de abastecimiento de agua es un recurso antiguo. Así lo recoge Pascual Madoz en su famoso Diccionario Enciclopédico cuando trata Montilla:

“En los contornos de la c. (ciudad) que se describe se hallan 12 fuentes para el surtido del vecindario, de las cuales la llamada del Cuadrado podria traerse muy fácilmente á la inmediación del pueblo por la parte de occidente, puesto que solo dist. medio cuarto de leg.: por lo general estas aguas, como de campiña, no son las mejores, siendo preferibles entre todas las de la espresada fuente del Cuadrado y las de la de Sta. Maria (sic)”.

Aparte de las históricas fuentes, también existían en la Montilla de los años 50 depósitos “artificiales”, que se llenaban gracias a camiones cisterna que lo abastecían de agua y con los que la gente podía llenar sus cántaros. Uno de ellos, recordado por el Cronista Oficial de Montilla José Rey[vii], era el de los Carrasquilla:

“La tercera imagen recoge una larga fila de carrillos con dos cántaros vacíos a la espera de que le llegara el turno de llenarlos de agua. En la calle Asunción de Alvear había una fuente, apenas una casetilla con un depósito encima, que surtía de agua –cuando la había- a una buena parte del barrio. No eran raras las discusiones entre la clientela porque alguien se colara intentando saltarse el orden determinado por la posición de los carrillos.”

Continúa José Rey mencionando cómo, en aquellos años 50 del pasado siglo, pocas casas disponían de infraestructuras para abastecerse de agua potable y que, incluso teniéndolas, era frecuente su ausencia debido a la escasez. Se vendía agua por las calles y se habla del motocarro de agua del “Jaro”, la camioneta de Gallegos o el camión cisterna de Pepe “El Moreno”.

En estos años, otro referente en el abastecimiento de agua de la población fue el depósito de la Plaza de la Aurora que la Obra Sindical del Hogar encarga a Rafael Cerezo Ortiz, dentro de la promoción San Francisco Solano, promovido en 1959. El Ayuntamiento adquiere el depósito en 1963. Se abastecía de un pozo situado en la Toba (pozo de Gaspar), conduciéndose el agua por tuberías de uralita [viii]. Continúa siendo todo un símbolo en la Barriada del Gran Capitán o Barrio de las Casas Nuevas, como en su momento lo fue la popular “Pañoleta”, una extraña construcción relacionada con esta conducción de agua ubicada junto a los pisos de ladrillo visto diseñadas por Rafael de la Hoz.

 

(continúa con Rafael Ruz, un Alcalde para solucionar el problema del agua)


[i] Aguas de Barcelona, la gran empresa privada del sector, aún activa, se constituye en 1882.

[ii] MORTE MOLINA, Apuntes históricos, p. 188

[iii] RAMÍREZ PINO, Montilla 1920 – 1950, p. 261

[iv] Boletín de Información Municipal (1ª época); núm. 4, mayo 1952.

[v] El problema de desabastecimiento no es particular de Montilla. Así, Sevilla pasó de tener una media de 100 litros por habitante y día a principios del siglo XX, a una cantidad inferior a 70 litros en 1920.

[vi] LARA CASTRO, José Ramón. Memorias de mi niñez. Ed. Asoc. de Vecinos Gran Capitán. Montilla, 2018

[vii] REY GARCÍA, José. Aquel sol de la infancia. Ed. Asoc. de Vecinos Gran Capitán. Montilla, 2003

[viii] ACEITUNO GARCÍA, Rafael. Las Casas Nuevas un gran paso para la ciudad. Ed. Asoc. de Vecinos Gran Capitán. Montilla, 2010

Sobre el autor...

¿Compartimos? Deja tu comentario

This function has been disabled for Historia de Montilla.

A %d blogueros les gusta esto: