Evolución del servicio de aguas en Montilla (II)

(Fotografía de portada: Ruquel, año 1972. Depósitos de la empresa municipal suministradora de aguas en Montilla)
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Rafael Ruz, un Alcalde para solucionar el problema del agua
Durante todo el siglo XX, todas las corporaciones municipales tuvieron que hacer frente, en mayor o menor medida, al problema del agua en Montilla. Sin duda, el Alcalde que mayo empeño puso en la tarea, convirtiéndola en momentos en su máxima prioridad política, fue Rafael Ruz Requena. Militar y empresario, buena parte de los 5 años que ocupó la Alcaldía los dedicó a gestionar una solución para el abastecimiento de agua de la población.
En diciembre de 1954, la corporación decidió acudir a otros pueblos limítrofes en busca del preciado líquido. Al amparo del Decreto de 1 de febrero de 1952 por el que se modifican las normas que rigen para auxilio del Estado a los Ayuntamientos en las obras de abastecimiento de agua potable y de alcantarillado en las poblaciones, el Ayuntamiento montillano eleva solicitud de ayuda al Ministerio, rogando asimismo a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir el estudio y redacción del proyecto que pusiera solución al desabastecimiento.
Esta solicitud formal vino precedida por varias reuniones, alguna de ellas con expertos de la talla de Juan Antonio Vigueras, Ingeniero de la Confederación y redactor del proyecto del agua en la ciudad de Córdoba, que ya apuntaba a Cabra como solución del problema. Incluso en octubre del 54 se produjeron encuentros entre las comisiones de las dos corporaciones municipales para tratar el asunto.
Los informes técnicos de Confederación concluyeron que la traída de agua del Río Cabra era la solución menos gravosa para paliar el déficit de agua de nuestro municipio, lo que provocó el descontento de los egabrenses, probablemente ante la incertidumbre de mermar su propia disponibilidad. Hubo de mediar incluso el entonces Ministro José Solís, natural del municipio agravado, a fin de calmar los ánimos de sus paisanos, previa modificación del proyecto inicial.
Esa traída del Río Cabra no llegó nunca a producirse, pese a que iniciado 1956 “el pueblo de Montilla está impaciente y cansado de palabras esperanzadoras y la postura tanto del Alcalde como de la Corporación Municipal montillana es violentísima e incómoda ante los ojos del vecindario que amenaza y así lo viene haciendo con abandonar esta población, unos en busca de comodidades y otros en busca de trabajo [i]”.
Los vaivenes del agua
Desde que se inició el expediente para la traída de aguas a Montilla, auspiciado en esa solicitud municipal al Ministerio de Obras Públicas, fueron muchos los vaivenes que sufrió el proyecto, y numerosas las gestiones realizadas desde el Ayuntamiento para intentar agilizar el proceso.
Para muestra, entre marzo y abril de 1955, en los estudios previos del proyecto, se visitaron distintos lugares para analizar la conveniencia de aquel. Desde el Llano de Mesto hasta el arroyo Carchena, pasando por Carteya, Laguna Zóñar, Doña Mencía, algunas huertas particulares o la Fuente de las Piedras en Cabra, donde se dirigieron las primeras pesquisas del proyecto. El quincenal Munda, en su edición de 15 de abril de 1955, recogía: “Nos han visitado los Sres. Ingenieros de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir para hacer un estudio de traídas de aguas para Montilla (sic)”.

Así, entre mayo y octubre se hacen diferentes análisis del caudal y calidad del agua de este manantial de Fuente de las Piedras. Comienzas las suspicacias desde Cabra, que desconfían de “ceder” el agua a otros municipios. Así, los apuntes personales de Ruz Requena recogen que el 23 de septiembre de 1955, “en la cena en casa de Solís se habla del asunto del agua y se ruega a Solís que no ponga dificultades”.
Poco después, en octubre, un nuevo análisis del caudal determina que los 20 litros por segundo de Fuente de las Piedras no es suficiente para abastecer Montilla. Tampoco lo es la alternativa planteada, Fuente de las Harcas (sic), a 6 kilómetros de Cabra en dirección Carcabuey, pese a que tres años después el propio Ayuntamiento de Cabra lo declara manantial, esgrimiendo su carácter inagotable.
Los técnicos de Confederación, a la vista de estos insuficientes caudales y tras infructuosos estudios preliminares, dirigen sus miradas a la Fuente del Río. Una comitiva montillana, presidida por el Alcalde Ruz Requena, acude al manantial “El Martinete”, procedente de la Fuente del Río y propiedad de Luis Campos Serrano, con quien comienza a negociarse la compra del agua del mencionado manantial. No obstante, los trámites de aforamiento del caudal y redacción del proyecto siguen dependiendo de la Confederación, y parecen eternizarse.
Las sospechas personales de Rafael Ruz se confirman el 29 de diciembre de 1955, cuando en una llamada telefónica con el Ingeniero Vigueras, este le advierte que “anduviésemos con cuidado, puesto que en la Confederación de Sevilla hay un Sr. de Cabra que parece ser que está poniendo obstáculos a nuestras pretensiones”. Más cuando el 27 de enero de 1956 el Sr. Vigueras señala al Alcalde montillano que han recibido escrito de Cabra rogando la paralización del expediente de concesión de aguas.
Todavía pendientes de iniciar el expediente tendente a traer las aguas desde Cabra, en los primeros meses de 1956 se producen por parte del Ayuntamiento de Montilla gestiones para descartar definitivamente el proyecto de traída de aguas desde el Carchena. Mientras tanto, se sigue en pendencia de los preceptivos informes para continuación del proyecto. Tanto la Confederación como el Instituto Geológico o la propia Diputación parecen eternizar cualquier trámite, ante la desesperación del Alcalde y sus más cercanos ediles, que el 3 de septiembre remiten carta al Director General de Obras Hidráulicas denunciando que solo se dispone, por habitante, de 8 litros de agua cada 3 días.
A finales de 1956, y aún sin descartar del todo la traída de aguas desde el Carchena, se comienza a plantear una solución para traer el agua desde Cabra sin que esta población merme su capacidad acuosa: construir un pantano intermedio pasado el punto en el que Cabra toma el agua de “su” río y, de esa forma, tener suministro suficiente para la población montillana e incluso para poner el riego varias hectáreas del campo egabrense.
Situación límite
La situación llega a tal extremo que el 20 de diciembre, en una reunión en las Cortes de Madrid, el Ministro Solís deja clara su postura contraria a la solución de la escasez de agua vía Cabra, que defendería hasta las últimas consecuencias. En dicha reunión, claramente pasada de tono, Rafael Ruz señaló que, si no encontraba solución para el grave problema que afectaba a Montilla, presentaría su dimisión como Alcalde. Julián Ramírez, Concejal que solía acompañar a Ruz en estas gestiones, añadió que en ese caso sería toda la Corporación la que dimitiría.
Rebajada momentáneamente la tensión entre Solís y Ruz, el primero volvió al tono amistoso tratando de dirigir el proyecto nuevamente al Carchena, momento en que el otro asistente en la reunión, José Antonio Vigueras, mostró su desacuerdo y salió una nueva amenaza de dimisión, en este caso como Ingeniero del Estado. Así las cosas, el encuentro terminó con una promesa de impulsar el estudio pendiente en el Río Cabra y una posterior toma en consideración de la opinión de los egabrenses.
En otra visita formal a Solís, cuenta el propio Julián Ramírez que interpeló al Ministro con la frase “Señor Solís, […] en mi pueblo, Montilla, dicen los hombre, las mujeres y los niños que el problema del agua no se soluciona porque usted es de Cabra” [ii].
Nuevas promesas incumplidas y plazos interminables llevan de nuevo al Alcalde a Madrid, donde reunido el 25 de enero de 1957 con el Jefe de la Casa Militar, General Barroso, le informa de que “el Generalísimo tenía conocimiento del asunto y verdadero interés en la solución”. Los ánimos parecen ahora más calmados y tendentes a alcanzar la solución mediante la traída de agua de Cabra, pero buscando siempre un beneficio añadido para esta población, que sirva como argumento para defender ante los egabrenses el proyecto.
Sin embargo, las influencias de Cabra sostienen reacios a quienes debían tomar decisiones sobre el asunto, y en mayo de ese mismo año vuelven a acudir a Madrid el Alcalde, Rafael Ruz, con Julián Ramírez, en el coche de este último. Aprovechando la presencia de influyentes personalidades en la capital, la intención es volver a Montilla con el compromiso de acelerar el proceso. Se producen muchas promesas que después, en la práctica del día a día, caen en saco roto. En la documentación existente se palpan las dificultades de gestionar un problema como este sin una comunicación directa con las altas esferas que mueven los hilos políticos.
Aguas mil
El segundo semestre de 1957 transcurre entre un constante intercambio de cartas y conferencias entre Montilla, Córdoba, Sevilla y Madrid. Sin embargo, a principio del año siguiente, mientras se continúan los estudios previos para la traída de aguas de Cabra, se vienen haciendo perforaciones y sondeos en el Cortijo de la Carchena, lo que dice mucho del desinterés por impulsar la vía Cabra. De hecho, el 2 de febrero del 58 se recibe informe negativo sobre el vaso del pantano, ante lo que los técnicos de Confederación detienen sus trabajos para centrarse en los trabajos de sondeo en la Carchena y volver a los de la Fuente de las Piedras.
El 10 de abril, el Alcalde habla con Solís. El propio Ruz Requena, en sus notas sobre el problema del agua en Montilla, detalla que “se le dice el malestar que existe en Montilla contra él a quien se le reconoce culpable por la demora y obstáculos en la solución del problema.” No debía ser fácil para ambos, con una amistad personal de muchos años, lidiar esta confrontación.
La solución al problema del agua por la vía Cabra cada vez parece más complicado. Así, en mayo se recibe en Confederación orden del Director General de Obras Públicas para iniciar el estudio de posibilidad de traída de aguas desde Aguilar. Inmediatamente se renuncia a esta alternativa, al advertir que había menos agua incluso que en Cabra. Las últimas pesquisas parecen orientadas a una solución definitiva a través de la Fuente de Río, en Cabra.

Rafael Ruz ve terminar su mandato sin haber logrado este firme propósito. La última entrada de este particular diario que hemos trabajado se refiere al día 17 de diciembre de 1958, que transcribe textualmente:
“Carta de D. Jose Mª Valdes diciendo que la Comision designada esta estudiando comparativamente todas las soluciones a fin de proponer la mas favorable para los intereses generales (sic)”.
Después de Ruz Requena
Antonio Baena Panadero ocupó la Alcaldía tras Rafael Ruz y el efímero mandato de Francisco Prieto. En estos últimos años de los 50, y en ese sumo interés en desviar la atención de Cabra, Obras Públicas sondeó aguas subterráneas en puntos como Doña Mencía o la Vereda de Cerro Macho, sin éxito.
En mayo de 1961 se daba cuenta del aforo acuífero de Montilla en sus tres manantiales: 172 metros cúbicos al día en El Cuadrado; 86 en Santa María; 74 en el pozo de Llano Ríos, en la incipiente barriada de las Casas Nuevas o Barrio del Gran Capitán [iii]. Una cantidad ligeramente superior a la registrada diez años antes, pero a todas luces insuficiente para una población superior a los 25.000 habitantes y con una industria en crecimiento.
El 1962, un proyecto para regularizar la situación del agua en la localidad determina la necesidad de sustituir las tuberías de plomo por otras de fibro-cemento en varias calles, así como construir en la “calle General Mola tres depósitos cilíndricos sobre superficie, con capacidad cada uno de cincuenta metros cúbicos y base de hormigón armado, con el fin de regularizar el abastecimiento de esta zona industrial[iv]”, refiriéndose a los depósitos de agua de calle Juan Colín para abastecer las Laderas de San Agustín y Avenida del Marqués de la Vega de Armijo.
En julio de 1963, León Lizaur, Presidente del Servicio Municipal de Aguas, denuncia la ausencia de estación depuradora de aguas, al tiempo que informa del precio del suministro: 14 pesetas por el consumo mínimo, hasta 4 metros cúbicos mensuales, y 3,5 pesetas adicionales por metro cúbico de exceso. En esta época existían 11 fuentes de acceso público en el interior de la localidad, junto a otras varias en los alrededores.
Las diferentes actuaciones, si bien de forma parcial, parecían ir mejorando la situación. Así, un informe de Jefatura Provincial de Sanidad de 1965 tasaba el volumen de agua captado en los tres manantiales superior al de tres años atrás: 350 metros cúbicos al día en Santa María, 300 en el Cuadrado, 200 en Llano Ríos. Dicho informe evidenciaba los problemas sanitarios del agua obtenida, principalmente por falta de depuración y deficitario sistema de recolección de aguas residuales.
Tras Baena Pandero llegó a la Alcaldía Mónico Pérez-Olivares, quien siguió peleando por la solución a la carestía de agua que asolaba Montilla. Tras un nuevo proyecto encargado inicialmente al ingeniero Práxedes Cañete de la Cruz, en 1968 se crearía un consorcio de aguas suscrito por el Ayuntamiento montillano y los de Aguilar de la Frontera, Monturque, Moriles, Encinas Reales y Benamejí. De esta forma, tomando las aguas desde el Río de la Hoz y el Pantano de Iznájar, en construcción, Montilla tendría el agua suficiente para abastecer a su población.

Iznájar, la solución final al agua en Montilla
En junio de 1969, el pantano de Iznájar fue inaugurado. Mónico Pérez-Olivares fue el Alcalde que tuvo el honor de devolver el agua a los grifos de los hogares montillanos. Con una inversión inicialmente prevista de algo más de 100 millones de pesetas, cofinanciados entre la Diputación, el Estado y el propio municipio, buena parte de la aportación municipal partió directamente de los propios vecinos.
De hecho, de aquellos 12 millones y medio que abonó Montilla para la financiación de la obra, una quinta parte salió exclusivamente de las arcas públicas. Los otros quintos fueron “repartidos” entre empresas bodegueras y lagares; industrias, comercios y profesionales; Hermandad de Labradores y particulares [v].
El proyecto inicial no solo contemplaba la traída de aguas desde Iznájar, sino también la construcción de varios depósitos de agua, una estación depuradora de aguas residuales y las redes de suministro de agua y de alcantarillado.
Hacia el final de la dictadura franquista, prácticamente la totalidad de las viviendas montillanas cuentan con agua corriente en el grifo, en condiciones de potabilidad. Los problemas, en todo caso, no terminan del todo, pues las obras de traída de aguas hay que abonarlas y se deben mejorar las vías de canalización interiores de la localidad.

Aguas de Montilla, la apuesta público-privada en la gestión
Recientemente, en 2005, se crea Aguas de Montilla, una empresa mixta participada por el propio Ayuntamiento e Hidralia y encargada del abastecimiento de agua potable, el sistema de alcantarillado y la depuración de aguas. Actualmente, la red de agua potable supera los 83 kilómetros y, frente a los 172 metros cúbicos al día de 1961, disponemos de casi 4.000. Además, la Estación Depuradora de Aguas Residuales es una moderna infraestructura levantada en 2007 tras una inversión cercana a los 5 millones de euros, capaz de tratar un volumen de 1.363.000 metros cúbicos de agua residual al año.
En cualquier caso, está claro que estos 150 años pasados desde las primeras instalaciones para el suministro de agua potable en Montilla han ido evolucionando el servicio hasta permitir que este bien indispensable llegue a todas las casas y negocios de la localidad.
Epílogo… El agua en boca de todos
En la Exposición (de Industria) de 1956 se exhibe en la Sala Municipal una fotografía alusiva al problema del agua en Montilla. El eslogan “Única solución” sobre una imagen de la Fuente del Río de Cabra causa sensación no solo en nuestra localidad, sino también entre los egabrenses, inquietos ante el temor de mermar su disponibilidad de líquido esencial. Solís, incluso, manifiesta haber recibido quejas de sus paisanos, afirmando estos que en Montilla se está manipulando la opinión pública para hacer entender que la traída de Cabra es la única manera de paliar el problema. En verano del 56 circulan por la prensa vecina varios artículos contrarios a ese proyecto.
El libro “Montilla en la mirada”, que recoge fotografías preciosamente coloreadas por Manuel González y textos de Miguel Aguilar y José Rey, muestra una curiosa imagen en apoyo a la reivindicación de las autoridades locales en su particular “cruzada” para conseguir agua para el municipio. Tomada posiblemente a comienzos de los años 60, la fotografía muestra a un niño con uno de los populares carrillos de acarreo de agua profusamente decorado y con el eslogan “Boy a Cabra por agua porque aquí no hay (sic)”.

PARA SABER MÁS…
WEB: https://www.juanmanuelmatesbarco.com
ARTÍCULO: Jiménez Barranco, Antonio Luis. José María Sánchez-Molero y Lletget. En blog Perfiles Montillanos, 2012. Acceso web https://perfilesmontillanos.blogspot.com/2012/12/jose-maria-sanchez-molero-y-lletget_4160.html
LIBRO: Ramírez Pino, Julián. Montilla (Segunda Parte) 1950-1975. Ed. Bibliofilia Montillana. Montilla, 1994.
TESIS DOCTORAL: Polonio Armada, Josefa, Las sinapsis del poder en una sociedad pequeña y cerrada. El caso de Montilla (1902-1975), pp. 216-221. Ed. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba. Córdoba, 2016.
[i] Carta del Ayuntamiento a (algún dirigente del Gobierno)
[ii] RAMÍREZ PINO, Montilla 1950-1975, p. 77
[iii] Aproximadamente, 13 litros por persona y día
[iv] “Memoria y presupuesto correspondiente a la regularización del Servicio de aguas en la Ciudad de Montilla, para un período de veinticinco años”. Copia digitalizada procedente del Archivo Municipal de Montilla.
[v] RAMÍREZ PINO, Montilla 1950-1975, p. 86