La desaparecida ermita del Cristo de los Caminantes

Que el patrimonio religioso de Montilla ha destacado en importancia y boato por encima de la arquitectura civil es un hecho, salvo escasas excepciones, difícilmente discutible a lo largo de su historia. Grandes iglesias, modestas ermitas, oratorios o incluso pequeños humilladeros han dejado constancia de la importancia de la Iglesia y el culto católico en el devenir diario de los montillanos. Y podríamos hablar no solo del patrimonio físico, sino también de aquel inmaterial que permanece en la cultura subcutánea de cualquier ciudad digna de llamarse tal.
Centrándonos en lo puramente arquitectónico, algunas de estas muestras de patrimonio religioso han llegado a nuestros días; ejemplos como el de la Iglesia de Santiago, casi desde los orígenes mismos de la población; otros, en cambio, se han perdido entre los avatares del pasado y hasta nuestra vista, con suerte, apenas han llegado breves referencias recogidas por quienes quisieron dejar testimonio escrito de cómo era la Montilla de su propia contemporaneidad.
En otros casos, autores recientes se hacen eco de estas muestras ya desaparecidas. Así, el relato místico y evocador del genial José Ponferrada Gómez en “El Castillo de Montilla: historia y tradición”, entre fábulas y dragones apocalípticos [i], hace referencia a la desaparecida ermita del Cristo de los Caminantes, a la que se accedía, siempre según Ponferrada, desde la antigua Puerta de Córdoba.
Dice Ponferrada que se llegaba a este pequeño humilladero “tomando desde dicha Puerta el camino antiguo de Córdoba, y en el momento en que éste se separa del que se dirige a la ermita de Belén, a su mano derecha, sobre la colinilla que aún allí aparece (sic)” [ii].

Haciendo un giro al pasado, encontramos diferentes referencias a este inmueble. Un manuscrito de Borja Lorenzo, fechado en Montilla en 1779, habla así de la “Hermita del Santo Christo de los Caminantes”:
“Por baxo dela antecedente hermita (N. del A: se refiere a la de Santa Brígida, en la actual calle del mismo nombre), en cerro contrario existe una pequeña hermita, con Albergue al Santero, su Iglesia de una nabe, con su portal dedicado al Señor Crucificado, que titulan de los Caminantes, y se halla en la carrera de Cordova, se fundó año de 1696 y tiene dose de una corta haza con olibos.
Fco Valle y Dª María Esteban fundaron capilla ante _______[iii] llamaron sus deudos y mandaron cumplir sus misas en esta Iglesia (sic)” [iv].
Más adelante, en 1815, el sacerdote Francisco de Soto publicó una oración fúnebre celebrada en el Convento de San Francisco el 12 de mayo de ese año, con motivo del traslado de los restos de los primeros Marqueses de Priego. En dicha oración se hace referencia a la ermita del Santo Cristo de los Caminantes:
“Aun en nuestros cortos días hemos visto venirse á tierra, y acabarse del todo […], las hermitas del Santo Cristo de los Caminantes, de Santa Brígida, y la que en todas partes se venera con particular devoción, que es la de la Vera Cruz: esto es, fuera de otras de que hay memoria (sic) [v]”.
Parece, a la vista de lo publicado en dicha oración, que ya en 1815 habría desaparecido nuestra ermita. Sin embargo, de su existencia en fecha posterior da cuenta Pascual Madoz, en cuyo tomo XI del “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar” sitúa en Montilla “7 ermitas dentro de la pobl. y 4 fuera, dedicadas las primeras á San Sebastian, San José, San Roque, San Luis, San Antonio de Padua, Ntra. Sra. de la Paz y Ntra. Sra. de la Rosa, y las segundas á Ntra. Sra. de Belen, Ntra. Sra. de las Mercedes, San Blas y el Santo Cristo de los Caminantes (sic).”
Pascual Madoz comenzó su magna obra en 1834, y la concluyó varios años después, en 1850. El tomo undécimo (Madrid de Caderechas-Móstoles) fue editado en 1848, por lo que, en base a la oración de Francisco de Soto, la ermita del Santo Cristo de los Caminantes ya se habría arruinado y no debería existir en la descripción de Madoz, como no existía ya la de Santa Brígida. ¿A qué se debe esta contradicción?
De este desfase temporal evidenciado ante ambos textos pueden deducirse dos respuestas alternativas. La primera es que la ermita seguiría existiendo en 1848, fecha en que se publicó el tomo XI de Madoz. Si es así, debía de encontrarse en un estado lamentable de conservación, a la luz de lo publicado por Francisco de Soto 30 años antes; o, algo prácticamente improbable, que se hubiese restaurado, suposición de la que no hemos encontrado evidencia alguna.
No obstante, quien suscribe piensa en una segunda opción: que se trata, más bien, de un descuido de Pascual Madoz. Y es que, si bien se ha intentado siempre achacar al diccionario un indudable valor como fuente científica, la obra adolece de sistemáticas variaciones estadísticas, sobre todo en cuanto a número de habitantes y datos económicos. No se trata de una actitud dolosa del político progresista, sino del hecho de haber dado por correctas ciertas informaciones que muchos colaboradores falsearon previamente, al objeto de obtener una menor presión fiscal para su propia ciudad u otras que le cayeran en gracia.
Poco conocemos de los colaboradores de Madoz en tamaña empresa como es la elaboración de este Diccionario, pero podemos suponer que la descripción de Montilla se realizó no a través de una visita a la ciudad, sino a través de referencias secundarias, fuentes documentales ya obsoletas que todavía hacían referencia a la desaparecida ermita.
Lo único cierto es que el edificio no existía mediado el siglo XVIII, y que son muy escasas sus referencias documentales. Actualmente, el paraje donde estuvo la ermita sigue conociéndose como «El Santo Cristo de los Caminantes».
[i] Se hace referencia con ello al Relato IV del libro citado
[ii] El Castillo de Montilla. Historia y tradición. Ponferrada Gómez, J. Montilla, 1983.
[iii] (espacio en blanco en el original).
[iv] Historia de la M.N.L. Ciudad de Montilla. Manuscrito, 1779. Lorenzo Muñoz, B. Montilla, 1779. Consulta en Biblioteca Fundación Manuel Ruiz Luque (BFMRL).
[v] Soto, Francisco de. Oracion fúnebre que en las solemnísimas exequias celebradas en la Iglesia del Convento de N.P. San Francisco de la ciudad de Montilla, día 12 de mayo de 1815 a expensas del… Madrid, 1815; consulta en edición digitalizada por la Biblioteca Virtual de Andalucía.