Orígenes: la Ermita de la Vera Cruz y su entorno

Sobre el origen histórico de la ciudad de Montilla se ha escrito mucho. Sin entrar a valorar las evidencias arqueológicas que demuestran los antecedentes remotos de estas tierras, me centraré en la realidad testimoniada. De esta manera, hallaremos en 1333 la primera mención documental de la población, cuando el monarca Alfonso XI hace mención al Castillo de Montilla en su Crónica.
Por razones obvias, la fortaleza montillana sería la primera construcción del núcleo poblacional, a partir de la cual iría formándose el casco urbano. Pero no me extenderé demasiado, ni en el tiempo ni en el espacio; detengámonos en los aledaños del Castillo para exponer una ligera idea de la Montilla de los siglos XV y XVI.
Cuando Alfonso Fernández de Córdoba, Señor de Aguilar, traslada su residencia a Montilla desde Alcalá la Real, el Castillo va transformándose hasta alcanzar la fisionomía de palacio residencial, fechado en 1424 por el arqueólogo Raimundo Ortiz. Comienza entonces un proceso de expansión de la villa con la ocupación del cerro en torno a la fortaleza. Si bien no se conoce con total exactitud su fecha de construcción, hacia la mitad del siglo XV se puede establecer la aparición de la Iglesia de Santiago.

No era la popular Parroquia el único edificio religioso de Montilla. Lorenzo Muñoz, en 1779, escribió:
“A la entrada del Alcázar y Castillo en sitio más baxo que el sebe una grande y llana plaza que se sube por Cuesta, vese esta por un lado cercada con una muralla, y por otro con hacera de casas, y en el testero está situada una Iglesia grande con dos buenas puertas; es de tres nabes con su capilla maior frente de ella el choro, tiene su sacristía y decente hornato (sic)[i].”
De origen y fundación inciertos, según el mismo autor -“quasi del mismo tiempo de la Parroquia”-, parece clara su aparición en estos primeros tiempos -“En distintos tiempos antiguos y modernos ha servido esta Iglesia de Parroquia por estar inmediata a ella y hallarse con obra o impedimento[ii]”.–
La iglesia en cuestión, como alguno habrá tratado de imaginar, es la ermita de la Vera Cruz, situada frente al llano que ocupó la plaza del mismo nombre, “la más antigua del pueblo, y está inmediata a su fortaleza[iii].” El acontecer de los tiempos quiso que la ermita fuera ocupada, saqueada y quemada por tropas francesas en la Guerra de la Independencia, poniendo fin a su historia en 1809. Sin embargo, la imaginería y el patrimonio de su interior pudieron ser trasladados a otros templos mientras se les reubicaba, si no todos, gran parte de ellos, en la Iglesia Parroquial de Santiago o en la ermita de Nuestra Señora de la Rosa.
Cuenta la tradición oral una historia sobre un lance que vio implicado al Gran Capitán en 1470. Ponferrada Gómez recoge la leyenda donde sucede que, el Miércoles Santo de ese año, doña Beatriz de Arias hubo de ser rescatada de una agresión por nuestro afamado vecino, cuando volvía con su dueña de los Oficios que “con gran concurrencia de fieles y la importante presencia del señor feudal de la Villa, se habrían celebrado en la antigua iglesia de la Vera Cruz[iv]”. Algunos autores van más allá. Según Ramírez y de las Casas-Deza, la ermita de la Vera Cruz fue la primera edificación religiosa en el municipio y estaría construida ya a principios del siglo XV. Morte Molina señala que la Vera Cruz “servía para rendir el culto los soldados de guarnición, que ordinariamente eran 300, y la servidumbre del palacio[v]”, lo cual nos da a entender que la ermita debía de estar construida mucho antes de la destrucción del Castillo en 1508.
Sea cual fuese el origen de la ermita, es seguro que formaba parte de ese primer recinto poblado de Montilla, que comprendería el barrio de la Escuchuela y las calles Iglesia, Cárcel, Vera Cruz, y Matadero. Este es el perímetro de la fortaleza original a la que se refieren diferentes historiadores[vi] y que albergaría, con 250 metros de Norte a Sur y 100 de Este a Oeste, una de las fortalezas más grandes y fuertes de la época en Andalucía. No debe extrañarnos tal extremo, teniendo en cuenta la importancia que estaba adquiriendo el Señorío de Aguilar y el desplazamiento a Montilla de su centro de poder.
La antigüedad del templo de la Vera Cruz no sólo demuestra que entre sus muros naciese la cofradía del mismo nombre, la primera de entre las de Montilla, junto a sus posteriores hermandades, sino que fue la sede de las primeras manifestaciones religiosas populares en nuestro pueblo. Recientes investigaciones del montillano Antonio Luis Jiménez Barranco han llevado a establecer que, “aunque a día de hoy no hemos hallado un documento que registre la fecha de la fundación de la cofradía montillana [la Vera Cruz], tenemos noticia de su existencia ya en 1558, manifestada a través de dos escrituras notariales […][vii]”.
La ermita, que constaba de tres naves y dos puertas según el citado manuscrito de Lorenzo Muñoz, no quedaba aislada en el núcleo urbano surgido tras la demolición del Castillo. Presidía una gran plaza encuadrada entre el terreno de la fortaleza arruinada y las casas más altas de la población. Estaba situada en la cumbre de la Cuesta de la Vera Cruz, hoy Cuesta del Silencio, que bajaba hasta la calle Torrecilla -posteriormente Costal y, en la actualidad, Gran Capitán- desembocando en los caminos de Espejo y Granada.
Ese primer núcleo poblacional se completaba con el barrio de la Escuchuela -el más antiguo de la villa-, la actual calle Lorenzo Venegas, antiguas calle Berrío, Tercia –actual calle José de los Ángeles-, las calles Iglesia, Tarasquilla -actual Padre Miguel Molina-, Mesones –donde se situaría el mesón de Las Camachas, en la actual calle Hermanos Garnelo-, Matadero –actual Miguel de Barrios– y Fontanilla –muy probablemente, siguiendo una trayectoria paralela o aún coincidente con las actuales calles San Juan Bosco y Mirador del Castillo, aunque aún es una hipótesis-. Se conoce que igualmente existían zonas que han desaparecido o han mutado drásticamente su fisionomía. Así, Lucas Jurado y Aguilar hablaba de “barrios que se han perdido con los tiempos, […] el de Lanjarón, el de Valsequillo, y parte del de la Escuchuela[viii]”. Lorenzo Muñoz, describiendo las vistas desde la Corredera, señalaba que “primero sebe el barrio de Balsequillo y Matadero a la falda del Alcázar, sitio muy deteriorado por su asperidad, sigue la plaza del Alcarcel […].[ix]”. El propio Morte Molina menciona que desde la Vera Cruz partía “una calle que iba a terminar cerca del Matadero de reses”. Puedo suponer, como he señalado anteriormente, que esta calle sería la de la Fontanilla y transcurriría sobre el actual patio del Colegio Salesiano, hasta desembocar en lo que hoy es la calle San Juan Bosco. Sin embargo, aún carecemos de testimonios fidedignos que nos permitan aseverar tal hipótesis. Quiero señalar que la plaza del Alcarcel, también llamada de la Madera o de la Leña, estaba situada en la confluencia de las calles Córdoba, Tarasquilla y Matadero, y en ella eran contratados los arrendamientos de las parcelas agrarias durante los siglos XVI y XVII. Hasta 1970 existía un rótulo con esta denominación en una casa de la calle Córdoba.
A finales del siglo XV, toda la población debía encontrarse en torno al cerro del Castillo, en un espacio amurallado del que conocemos, al menos, tres puertas: las del Sol, con salida al camino que hoy conocemos como calle Santa Brígida; la de Córdoba, en la antigua plaza de Alcacer; y la de calle de las Torres –actual Gran Capitán-. La calle de las Manteras -hoy parte de la calle Enfermería- era en este primer momento el camino extramuros al este de la población.
Ya en el siglo XVI, con la destrucción del recinto fortificado, el centro de poder se desplazó hacia la salida a Granada, donde la construcción del Palacio de los Marqueses de Priego inició un proceso de expansión que tuvo su mayor esplendor con el mandato de doña Catalina Fernández de Córdoba. Catalina engrandeció el Palacio anexionando varias dependencias, lo que supuso la urbanización del Llano de Palacio, donde se ubicaron, junto al Palacio, la ermita de San Blas[x] , la Puerta de Granada o el Monasterio de San Francisco -muy pronto convertido en Convento de Santa Clara- e impulsó un desarrollo sin precedentes en la localidad.
En este Siglo de Oro montillano se establecen en Montilla las órdenes de los franciscanos, agustinos, clarisas, jesuitas y franciscanas, impulsando el crecimiento urbano. La villa comenzaría su expansión hacia el camino de Aguilar, con las calles Cordón, Palomar y Zarzuela; hacia el camino Real de Córdoba, con la configuración del barrio de las Tenerías, a los pies del cerillo de San José; y hacia la zona del alto de San Cristóbal, donde se instalaron los agustinos, a través de la calles Juan Colín, por un lado, y Ancha de San Agustín, por otro. Alrededor de esta zona se creó y por el barrio del Sotollón, cuya calle del mismo nombre partía de la confluencia de las actuales calles Enfermería, Santa Ana y Ballén; espacio conocido como Plazuela del Sotollón. Continuando a través de la calle Fuente Álamo se llegaba a la ermita de San Roque, ya a las afueras de la villa.
Volvamos al entorno más inmediato de la Vera Cruz. El inventario de la Cofradía realizado en 1567 refleja que la ermita rendía culto, al menos, a una imagen de Cristo Crucificado y a otra de la Virgen que después sería designada del Socorro. Asimismo, diversos bienes demuestran que ya en estos primeros años se procesionaban estas imágenes por parte de la Cofradía[xi]. Por esta época, el barrio aledaño a la ermita -muy posiblemente conocido como del Valsequillo– albergaba la Cárcel y las Casas Consistoriales -actuales Palacio de Justicia y Teatro Garnelo, respectivamente-, así como los primeros silos, carnicerías y pescaderías públicas del municipio. A finales del XVI, la Plaza Baja o Nueva -actual de la Rosa– e convertía en una realidad que hacía frente a las necesidades de una población en auge y constante desarrollo.
En 1576, el mismo año que Hernán Ruiz II comienza la construcción de la torre de la Parroquia de Santiago tras una serie de reformas en sus aledaños, Andrés de Mesa dona a la Cofradía[xii] una imagen de un Cristo de casi tres metros de altura, realizado con una pasta de caña de maíz, resina y pigmentos diversos, lo cual le otorgan una singularidad que le acompañará hasta a actualidad. Procedente de Nueva España, este Crucificado recibirá el nombre de su ciudad de procedencia, la mexicana Zacatecas y sustituyó al anterior crucificado de madera, que fue vendido por 5.236 maravedíes[xiii]. Años más tarde, en 1597, cerrando la época dorada del Renacimiento en Montilla, Juan de Mesa “el Mozo” realiza para la Cofradía la escultura del Ecce Homo. Poco a poco, la ermita iba completando su imaginería, que tras la Guerra de la Independencia pasaría a otras iglesias, en especial la de Santiago.
En 1659, la ermita de la Vera Cruz sirvió, muy probablemente junto a la Parroquia de Santiago, como resguardo de los implicados en los alborotos motivados por las ejecuciones públicas tras la falsificación de papel moneda en Montilla y localidades vecinas[xiv].
Pese a que hay constancia de la realización de unas obras de reforma en la ermita en 1615, según una inscripción descrita por Antonio Jurado y Aguilar, no es sino un siglo después, entre 1710 y 1720, cuando se reforma la Capilla del Sr. Crucificado, que es la mayor, ampliándose la ermita y ganando espacio de la Plaza de la Vera Cruz. Tuvo lugar en esta época el llamado “Milagro de Zacatecas”. Así lo relata el propio Antonio Jurado y Aguilar:
“El año de 27 [1727] sacaron a su imagen [Cristo de Zacatecas] en procesión de penitencia, por necesidad de agua y fue cosa portentosa que estando el sol despejado ardiente […], salía el Señor, y enturbiaba el cielo, y cubría de nubes y volvería en arroyos los canales apenas hubo entre la salida y la lluvia diferencia, con que remedió el año bendiciendo con lágrimas al todo poderoso[xv].”
La Cofradía de la Vera Cruz, pese a ser la primera de la ciudad y tener gran número de cofrades, sufrió la prohibición de Carlos III, quien en 1777 ordena a las autoridades que “no permitan disciplinantes, empalados ni otros espectáculos semejantes que no sirven de edificación, y pueden servir à la indevocion y al desórden en las procesiones de Semana Santa [sic][xvi]. Fruto de ello, y pese a que la disciplina siguió llevándose a cabo, si bien en lugares menos públicos, la Vera Cruz se dividió en varias Hermandades, que Lucas Jurado y Aguilar señala como la de la Cruz, del Prendimiento, del Señor Amarrado a la Columna, del Hermano y de Ntra. Sra. del Socorro[xvii].
En 1808, estalla en España la Guerra de la Independencia contra los franceses. En Córdoba, el General francés Dupont conquista y saquea numerosos edificios. Montilla, aún recuperándose de los estragos de la epidemia de peste de 1804, observa como la ermita de la Vera Cruz se convierte en cuartel militar de las tropas extranjeras, no sin que antes los miembros de la Vera Cruz pusiesen a salvo en la Parroquia de Santiago los bienes más valiosos contenidos en la ermita.
Una vez arrasada la Vera Cruz por los franceses, el Consistorio quiso establecer en el lugar que ocupaba el cementerio municipal. Situado en la parte más alta de la población, el Duque de Medinaceli Don Luis Fernández de Córdoba donó unos terrenos de su propiedad para la construcción del camposanto, terminando por derribar completamente la ermita de la Vera Cruz y poniendo fin a uno de los elementos patrimoniales más antiguos de la ciudad de Montilla.
(Publicado originalmente en Revista Vera Crux núm. 10 – Abril 2012 (Ed. Cofradía de la Vera Cruz de Montilla)
Bibliografía:
- Ramírez de las Casas Deza, L. Mª. Corografía histórico-estadística de la provincia y obispado de Córdoba. Ed. Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba/Confederación Española de Cajas de Ahorros. Córdoba, 1986.
- Lorenzo Muñoz, B. Historia de la M.N.L. Ciudad de Montilla. Manuscrito, 1779. Biblioteca Fundación Manuel Ruiz Luque (BFMRL).
- Jurado y Aguilar, A. Historia de Montilla. Manuscrito, 1777. BFMRL.
- Jurado y Aguilar, L. Histórico Genealógico de Montilla, sin fecha [c. 1750] . BFMRL.
- Ponferrada Gómerz, J. Las Viejas Leyendas y Tradiciones del Carchena. Montilla, 1987.
- Garramiola Prieto, E. Callejero y Memoria Íntima de Montilla. Ed. Nuestro Ambiente, Montilla, 1995.
- Garramiola Prieto, E. La Ermita de la Vera Cruz, en Revista Nuestro Ambiente núm. 150 (dic. 1990).
- Calvo Poyato, J. Montilla y su expansión demográfica en el siglo XVI, en Montilla: Historia, Arte, Literatura; Homenaje a Manuel Ruiz Luque. Baena, 1988.
- Jiménez Barranco, A.L. El Santo Cristo de Zacatecas, en Revista Vera Cruz núm. 7 (mar 2009).
- Ramírez Hidalgo, A. Evolución Urbana de Montilla, en Revista Nuestro Ambiente (jul 1999).
- Morte Molina, J. Apuntes Históricos de esta Ciudad. Montilla, 1982.
(Notas)
[i] Historia de la MNL Ciudad de Montilla, Lorenzo Muñoz, B. Manuscrito, 1779. BFMRL.
[ii] Ib.
[iii] Historia de Montilla. Jurado y Aguilar, A. Manuscrito, 1777. BFMRL.
[iv] La calle montillana donde el Gran Capitán en ciernes, pudo proclamar su primer “veni, vidi, Vinci”; en Las Viejas Leyendas y Tradiciones del Carchena. Ponferrada Gómez, J. Montilla, 1987. BFMRL.
[v] Montilla; Apuntes Históricos de esta Ciudad. Morte Molina, J. II Edición, Nuestro Ambiente. Montilla, 1982.
[vi] Véanse las obras del propio Morte Molina, Garramiola Prieto o Ponferrada Gómez.
[vii] La Cofradía de la Vera Cruz a través de un inventario de 1567, Jiménez Barranco, A. L.; en Revista Vera Crux núm. 8. Montilla, 2010.
[viii] Histórico Genealógico de Montilla. Jurado y Aguilar, L. Manuscrito, sin fecha [c. 1750]. BFMRL.
[ix] Historia de la MNL Ciudad de Montilla (pág. 186), Lorenzo Muñoz, B. Manuscrito, 1779. BFMRL.
[x] En el terreno ocupado actualmente por un negocio hostelero, frente a las oficinas del INEM.
[xi] Más información del inventario en el citado “La Cofradía de la Cera Cruz a través de un inventario de 1567”.
[xii] Sobre la donación, véase “El Santo Cristo de Zacatecas; Una imagen entre dos mundos”, de Jiménez Barranco, A.L., publicado en la revista Vera Crux núm. 7 (marzo 2009).
[xiii] Entre otras muchas referencias, cito la obra “Callejero y Memoria Íntima de Montilla”, Garramiola Prieto, Ed. Nuestro Ambiente. Montilla, 1995.
[xiv] Sobre estos sucesos, la ficción “El Justiciero Ajusticiado”, Barranco García, V. Montilla Digital, 22/01/2011. http://www.montilladigital.com/2011/01/el-justiciero-ajusticiado.html. Basada en los acontecimientos descritos en Alborotos en Montilla en 1659. Moreno Alonso, Manuel. En III Ciclo de Conferencias sobre Historia de Montilla. Ayuntamiento de Montilla, 1988.
[xv] Historia de Montilla. Jurado y Aguilar, A. Manuscrito, 1777. BFMRL.
[xvi] Novísima Recopilación de las Leyes de España. Madrid, 1805. Biblioteca Digital de Google.
[xvii] Histórico Genealógico de Montilla. Jurado y Aguilar, L. Manuscrito, sin fecha [c. 1750]. BFMRL.